500 g. de harina de fuerza
1 g. de levadura seca de panadería
400 ml. de agua
8 g. de sal
Hacemos un polish con 200 g. de harina, 200 ml. de agua y la levadura.
Mezclamos con un palo de madera y tapamos. Levamos toda la noche a la nevera.
Al día siguiente:
Sacamos el bol de la nevera y añadimos el resto de agua (otros 200 ml.) Mezclamos bien y lo echamos sobre el bol de la amasadora. Añadimos la harina restante (300 g) y la sal.
Amasamos mezclando durante dos minutos a baja velocidad y luego cuatro minutos más a media velocidad.
Ponemos la masa en un bol grande untado con aceite de oliva y lo tapamos con film transparente dejando reposar durante 45 minutos,
Ahora destapamos y damos seis vueltas a la masa ayudándonos con un poco de agua en las manos.
Volvemos a tapar y dejamos reposar otros 45 minutos.
Damos nuevamente otras seis vueltas a la masa y otro reposo de 45 minutos.
Espolvoreamos la mesa de trabajo con abundante harina y volcamos la masa sobre ella. Espolvoreamos más harina por encima de la masa y con cuidado formamos un rectángulo.
Cortamos en dos partes a lo largo y cortamos cuatro pedazos de cada una.
También podemos cortar el rectángulo a lo ancho y enrollar con cuidado y de cada rollo partir igual cuatro pedazos.
Colocamos los trozos sobre un paño enharinado, haciendo pliegues para que no se peguen.
Tapamos con un paño y dejamos reposar durante 20 minutos.
Precalentamos el horno durante 10 minutos a 230º con un cuenco de agua en el fondo.
Pasamos cada trozo con cuidado sobre una bandeja de horno forrada con papel de hornear enharinado dándole la vuelta.
Pulverizamos con agua y horneamos en la parte baja (calor arriba-abajo) durante 10 minutos a 230º y luego durante 15 minutos más a 220º.
En loso últimos cinco minutos sacamos del horno el cuenco con agua.